La Costa Brava tiene tantos encantos que cada estación ofrece muchas posibilidades al viajero. Con el descenso de las temperaturas (que este año se resisten a bajar) los veraneantes desaparecen y se queda la Costa Brava más cercana y auténtica, la que nos permite conocerla de primera mano. Los días se acortan, pero al mismo tiempo se intensifican, regalando a los visitantes y locales estampas de una gran belleza e intimidad. Aquí te dejamos 5 propuestas para visitar la Costa Brava en invierno de manera relajada:
Aiguamolls de l’Empordà
Uno de los mejores ejemplos de esta belleza íntima la encontramos en el parque de los Aiguamolls de l’Empordà, la segunda zona pantanosa más grande de Catalunya después del Delta de l’Ebre y considerado un punto de gran interés natural como refugio de muchas especies migratorias. Desde finales de verano hasta la primavera podemos ver los movimientos migratorios de las diferentes especies en su viaje anual hacia parajes más cálidos. Uno de los espectáculos más alucinantes, pero, son los vuelos acrobáticos e hipnóticos de los estorninos que bajan de las latitudes más nórdicas hacia el mediterráneo para pasar el invierno. Quienes asisten a estas danzas aéreas pueden corroborar su espectacularidad: desde el momento en que aparecen repentinamente detrás de los cañizales hasta que desaparecen como una masa uniforme y movediza, el afortunado espectador solo puede admirar la belleza del espectáculo. Solo debes situarte en una de las torres de vigía y tener un poco de paciencia.
Jardín Botánico Marimurtra
Con más de 4.000 especies vegetales de los cinco continentes, el jardín botánico de Blanes es un lugar privilegiado donde admirar la riqueza natural y paisajística. Sus 4 hectáreas situadas en la vertiente de la montaña de Sant Francesc y los acantilados de Sa Forcanera disponen de unas vistas del mar mediterráneo y alrededores espectaculares. Este jardín botánico fue creado por Carl Faust, un industrial alemán apasionado de los animales y las plantas que dedicó muchos esfuerzos a realizar su sueño en Blanes. Un siglo más tarde, el jardín botánico Marimurta acoge una gran cantidad de insectos, animales, estudiosos y amantes de la naturaleza que pasean por los rincones de este bellísimo enclave.
Casa Dalí Portlligat
A cinco minutos a pie de Cadaqués nos encontramos uno de los rincones más bonitos de la Costa Brava, Portlligat. Su pequeña bahía, resguardada del mar mediterráneo por la isla de Portlligat (inmortalizada por Salvador Dalí en algunas de sus obras como “La madonna de Portlligat”) y la de Sa Farnera, goza de una protección natural que dota el lugar de una gran tranquilidad y calma. Todo parece que va más lento, especialmente durante los meses de invierno, cuando los visitantes menguan y pasear por el lugar se vuelve una delicia. Una de las principales atracciones junto con la belleza del lugar es la casa donde habitó Salvador Dalí, hoy convertido en Casa-Museo. La casa, que se conserva intacta desde la muerte del pintor, es muy interesante, especialmente el estudio en el que pintaba Dalí donde incluso se pueden admirar dos obras que quedaron inacabadas. Después de que Gala, la esposa del pintor catalán, muriera en junio de 1982 en la casa de Portlligat, Salvador Dalí trasladó su residencia al castillo de Púbol que le había regalado a su mujer, dejando las pinturas en el estudio.
Castillo de Montgrí
Para los que tengan ganas de hacer un poco de deporte, el castillo de Montgrí es una opción muy atractiva. Aunque hay diferentes itinerarios según el lugar en el que inicies la ascensión, hay alguna ruta corta (se pueden hacer en una mañana) ideal para hacer con niños. La recompensa hace que todo el esfuerzo valga la pena: en la cima encontraremos el castillo de Montgrí, excelentemente conservado y rodeado de unas vistas del Empordà, con las islas Medes, la playa de Pals y la bahía de Roses absolutamente espectaculares. A pesar de que no se terminó nunca por completo, el castillo de Montgrí se conserva en muy buen estado. Sus grandes murallas y torres y su presencia monumental (se ve desde los pueblos circundantes) hacen del castillo una gran atracción para todos los públicos.
Navidades y compras en Platja d’Aro
Terminamos con la opción más navideña de las 5. Es entrar en diciembre y Platja d’Aro se transforma con el bullicio de ferias, decoración y luces navideñas. Si a esto le sumamos una gran variedad de tiendas de todo tipo, ya tenemos el plan de compras perfecto: excursión por el paseo marítimo, visita a las distintas ferias, descanso para tomar algo y compras navideñas.
Como hemos visto, visitar la Costa Brava en invierno es mucho más que playas y mar. Pasado el verano es el mejor momento para visitarla sin el ajetreo de turistas ni el bochorno estival y es mucho más fácil conversar con los locales, descubrir los pueblos y la orografía y, en definitiva, conocer la zona de primera mano.